¿ Que es un domo geodésico ?

 Un domo geodésico es parte de una esfera geodésica, un poliedro generado a partir de un icosaedro o un dodecaedro, aunque puede generarse de cualquiera de los sólidos platónicos. Las caras de una cúpula geodésica pueden ser triángulos, hexágonos o cualquier otro polígono. 




Los sólidos platónicos son las estructuras más básicas que existen. El cubo (hexaedro regular) es la estructura más comúnmente usada en arquitectura y por eso es el arquetipo de las edificaciones más extendido.

Se definen estos sólidos por tener caras iguales entre sí –por ello son polígonos regulares-  y los ángulos diedros iguales entre sus caras.

Los vértices deben coincidir todos con la superficie de una esfera o un elipsoide (si los vértices no quedan en la superficie, la cúpula ya no es geodésica). El número de veces que las aristas del icosaedro o dodecaedro son subdivididas dando lugar a triángulos más pequeños se llama la frecuencia de la esfera o cúpula geodésica. De esta forma se suelen tener domos desde la frecuencia 1 (V1) hasta la sexta (V6). Cuanto mayor es la frecuencia  más se asimila el domo a una esfera, ya que contiene mayor número de vértices.




La versatilidad de este entramado semiesférico, nos permite construir, con enormes espacios de luz, y un sinfín de aplicaciones constructivas como pueden ser de uso habitacional industrial, tales como: casas, invernaderos, galpones, restaurantes, gimnasios, solárium, secadores, cubiertas de piscinas, observatorios astronómicos, etc.

A continuación se pasan a detallar algunas de sus principales ventajas técnicas:

-El Domo Geodésico, tiene una alta resistencia sísmica, por sus características sinergéticas. En el evento que se destruya menos del  35% de los elementos estructurales, la construcción no llega a su colapso.

-Por su estructura triangular-esférica, puede soportar una carga de nieve muy alta, inalcanzables para otros tipos de construcciones.

-Por su aerodinámica, tiene un excelente comportamiento y estabilidad ante fuertes vientos.

-En su construcción, requiere una menor cantidad materiales de construcción, comparada con las viviendas tradicionales, lo que redundará en un notable ahorro de tiempo y dinero.

-Por su forma, es más eficiente, en su relación superficie-volumen, lo que significa que necesitaremos menos material para su aislamiento, dando como resultado, que el sistema de calefacción sea más económico

Algo de Historia

Aunque ya en 1919 el físico berlinés Walther Bauersfeld (* 1879, † 1959) construyó el primer domo geodésico  -como estructura de la cúpula del planetario de Jena, en Alemania-, los principios de diseño de muchos domos se basan en el trabajo revolucionario del inventor, arquitecto, ingeniero, matemático y cosmólogo, Richard Buckminster " Bucky " Fuller ( 1895-1983 ).




                               Construcción del Planetario de Jena, Alemania.


A lo largo de su vida, Fuller se preocupó de si " la humanidad tiene oportunidades de sobrevivir con éxito en el planeta Tierra, y si es así, ¿cómo? " En la consecución de este experimento de toda la vida, Fuller escribió más de treinta libros y fue pionero en numerosas invenciones, principalmente en los campos del diseño y la arquitectura. En la década de 1940 se dedicó a crear una "ciencia del diseño" que produciría la mejor solución a los problemas de vivienda de la humanidad con un consumo mínimo de energía y materiales.



                                              Buckminster Fuller.



Al replicar el sistema de coordenadas de la naturaleza  que se puede encontrar en todas las esferas -de planetas a las moléculas- y la comprensión de que las fuerzas gravitacionales son esféricas, su trabajo desafió a la eficiencia de las estructuras arquitectónicas "lineales" tradicionales , y la cúpula -domo geodésico- fue el resultado




                              Buckminster Fuller con su primer prototipo.


Esta notable estructura, la esfera, se basa en las teorías de la "geometría energético - sinergética".  Fuller demostró que una esfera era el espacio más eficiente, ya que encierra la mayor parte del volumen utilizando la menor superficie. Por consiguiente, toda la cúpula tiene la menor superficie a través de la cual se pierde la mínima cantidad de energía  y tiene la capacidad única de resistir vientos potencialmente dañinos.
Los esfuerzos de Fuller en la creación del domo geodésico fueron aplaudidos en 1970 cuando se le concedió la medalla de oro del Instituto Americano de Arquitectos, aclamando la crítica al domo geodésico como "el medio más fuerte, más ligero y más eficiente de cerrar espacio en beneficio del  hombre". 

             

                      Retrato de Fuller con alguna de sus invenciones.



Aunque el domo geodésico fue ampliamente aclamado como una solución eficaz frente a la escasez de viviendas en el planeta Tierra, esta capacidad nunca se realizó. Sin embargo, su forma eficiente y económica hace que sea ideal para una amplia gama de aplicaciones en el mundo moderno.




                                     Un helicóptero transporta un domo de Fuller.  

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Te invitamos a participar en una de nuestras actividades en el voluntariado para la  repoblación forestal  en el entorno rural del ayuntamiento de Curtis. 
 

Comenzaremos con la aportación de árboles para su cultivo en espacios deforestados del municipio. 

Daremos el primer paso en nuestra parcela, con la plantación de algunas  especies. 

Será el comienzo de la restauración sostenible que  realizaremos en la finca y en la construcción que en ella existe.

Reverdeceremos todo su terreno,creando jardines y plantando árboles nativos. Fusionaremos la vegetación y la arquitectura de una forma natural. 

Transformaremos una construcción enferma en una casa de hospedaje rural cosntruida aplicando criterios de bioconstrucción y  sostenibilidad, siempre que sea posible.

Realizaremos charlas, talleres y actividades de crecimiento y desarrollo personal o empresarial.

Instalaremos un domo geodésico, dentro del cual realizaremos distintos tipos de actividades de conexión interior.

Esta será nuestra propuesta  para conectar a las personas entre ellas, con la naturaleza y consigo mismas, aportando nuestro granito para la mejora del medio ambiente a través de nuestro proyecto"Perto do ceo " .








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Bosques encantados de Galicia


Galicia es una tierra donde abundan las leyendas y la magia, sostenidas por los misterios que esconden estos microclimas húmedos, cargados de bruma y nieblas.


Las veintidós especies de árboles,que nos acompañan en el paisaje de la comarca,clasificándolos por el tamaño que pueden alcanzar, son los siguientes:

Macroárboles (más de 24 m de alto)   

Roble albar (Quercus robur)
Castaño (Castanea sativa)
Aliso (Alnus glutinosa)
Fresno de montaña (Fraxinus excelsior)
Arce blanco (Acer pseudoplatanus)
Olmo montano (Ulmus glabra)
Cerezo (Prunus avium)

Mesoárboles (de 12 a 24 m de alto)

Melojo (Quercus pyrenaica)
Abedul (Betula pubescens subsp. celtiberica)
Fresno de hojas estrechas (Fraxinus angustifolia)

Microárboles (de 5 a 12 m de alto)

Avellano (Corylus avellana)
Sauce ceniciento (Salix atrocinerea)
Laurel (Laurus nobilis)
Acebo (Ilex aquifolium)
Madroño (Arbutus unedo)
Saúco (Sambucus nigra)
Peral silvestre atlántico (Pyrus cordata)
Arraclán (Frangula alnus)
Espino albar (Crataegus monogyna)
Endrino (Prunus spinosa)
Mundillo (Viburnum opulus)
Manzano silvestre (Malus sylvestris)


Algunas especies pueden cruzarse, dando lugar a híbridos que dificultan su identificación. Éstos son los casos de Quercus x andegavensis (híbrido de los robles Quercus robur y Q. pyrenaica) y de Fraxinus x oxycarpa (híbrido de los fresnos Fraxinus excelsior y F. angustifolia).

En la lista anterior no figura el serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia), pues de momento no se ha localizado, pero no se descarta su presencia en la parte alta de la cuenca porque aparece en las proximidades.

Tampoco se incluyen el nogal (Juglans regia) ni el pino marítimo (Pinus pinaster), por no estar acreditado su carácter autóctono; del mismo modo que el boj (Buxus sempervirens) y el taray (Tamarix spp.), en el caso de los arbustos.


Uno de los numerosos papeles que representan los árboles silvestres es el de proporcionar los frutos que forman parte de la dieta de aves y mamíferos, sin olvidar los insectos y reptiles. Por este motivo es beneficiosa la existencia de una gran diversidad de especies en el bosque, de forma que a lo largo del año siempre exista alguno ofreciendo sus frutos o bayas.




LOS BOSQUES AUTÓCTONOS SON UN BIEN MUY PRECIADO, EL TESORO DE TODOS LOS GALLEGOS. CUIDEMOS LA NATURALEZA.SOMOS PARTE DE ELLA.





Fotos del entorno natural de Perto do Ceo

Salubridad ambiental



Es la disciplina que comprende los aspectos de la salud humana, incluida la calidad de vida y el bienestar social, que son determinados por factores ambientales físicos; químicos, biológicos, sociales y psico-sociales.





Factores ambientales que influyen en nuestra salud


Sabemos que los factores ambientales influyen directamente en la salud de las personas y que, de una u otra manera, el medio ambiente influye considerablemente en más del 80% de los casos de diversas enfermedades graves de carácter respiratorio y cardiovascular. Por ello, es importante identificar y cuantificar cuáles son los principales agentes ambientales que afectan a nuestra salud y cuáles pueden ser modificables de forma urgente. Todo esto, poniendo en práctica las políticas adecuadas y utilizando tecnologías ya disponibles.

Los factores ambientales que influyen en la salud se dividen en tres grupos:

Factores Físicos

Los factores físicos en un sentido amplio engloban las condiciones externas que nos rodean. Contemplan aspectos como la temperatura, la iluminación, el ruido, los olores, etc.… algunos de ellos de origen atmosférico y otros de diversa procedencia. En cualquier caso, son factores que tienen una indudable influencia sobre las personas y que, en ocasiones, pueden afectar negativamente a nuestra salud y comportamiento.

En cuanto a los factores atmosféricos se incluyen la temperatura, precipitaciones, humedad, presión atmosférica, viento, polución… elementos que influyen en nuestro estado físico, intelectual y emocional. 



Temperatura ambiental: con relación a las condiciones térmicas del entorno en el que habitamos. La exposición a temperaturas adecuadas o temperaturas de confort en el ambiente en el que vivimos es de suma importancia para el bienestar y la supervivencia.


Contaminación ambiental: la presencia de contaminantes en el aire que respiramos en determinadas proporciones puede ser muy perjudicial para la salud de las personas. Además, hay que tener en cuenta, que la contaminación produce en cada persona efectos muy diversos en función del tipo de contaminante, el grado de concentración de este y la sensibilidad de cada individuo.


Factores Químicos

En las últimas décadas la producción de sustancias químicas ha ido aumentando de forma progresiva. En la actualidad, los factores químicos son los que más incidencia tienen sobre la salud ambiental. De hecho, decenas de miles de sustancias químicas están en uso en todo el mundo, y solo un mínimo porcentaje de ellas ha sido analizado para descartar sus propiedades nocivas para la salud.

Podemos encontrar compuestos químicos tóxicos en el aire, en el agua, en los alimentos, en los cosméticos, detergentes, ropa y muchos otros productos de uso cotidiano. Estos compuestos pueden penetrar en nuestro organismo a través del sistema respiratorio, del sistema digestivo e incluso por el contacto directo.

Sustancias tóxicas y elementos naturales inorgánicos como el mercurio o el plomo pueden ser inhalados, ingeridos o absorbidos. Esto sucede ya que no solo respiramos por la nariz, sino también los poros de nuestra piel están absorbiendo constantemente las sustancias que nos rodean. Esto hace que vayamos acumulando carga tóxica, y cuando esta sobrepasa los límites aceptables, empiezan a agravarse las enfermedades por la contaminación ambiental.




Factores Biológicos

Entre los factores biológicos se encuentran animales, plantas y microorganismos, es decir, bacterias, los virus, los parásitos, los hongos, levaduras y sus micotoxinas, los vegetales y los alérgenos de origen biológico.

Vistos los tipos de factores que influyen en la salud ambiental, no cabe duda acerca de la importancia del aire limpio como uno de los requisitos básicos para la salud y el bienestar humanos.

La carga de enfermedad debida a la contaminación del aire se concluye con más de siete millones de muertes prematuras que se pueden atribuir cada año a la exposición a las partículas finas contenidas en la contaminación del aire, tanto en espacios abiertos urbanos como en espacios cerrados a causa de la quema de combustibles sólidos y otros contaminantes del aire interior.




La salud ambiental,está directamente relacionada con los factores físicos, químicos y biológicos externos de una persona. Es por ello que el mismo concepto se refiere al área de la ciencia que estudia cómo el medio ambiente y las condiciones ambientales en las que vivimos afectan a la salud y las enfermedades humanas.



Terapias energéticas: Fundamentación científica



En el interior del organismo miles de procesos fisiológicos, bioquímicos y electrónicos suceden cada segundo. Cada interacción molecular y cada proceso fisiológico genera campos de energía que son compatibles.

Los latidos del corazón, cada respiración y toda emoción generan campos electromagnéticos característicos que viajan a distancia a través del cuerpo y las células. El resultado es la coordinación, integración e interdigitación de procesos.

Cuando surgen problemas en esta intrincada red, la aplicación de sistemas de señales sutiles en resonancia con el campo biológico puede restaurar el orden y sincronicidad rítmica que sustenta la integridad del sistema.

Esta integridad, que incluye cascadas dinámicas de información, energía, e interacciones moleculares, es el componente esencial de la salud. Electroterapia, magnetoterapia, cromoterapia, láser de baja intensidad modulado por frecuencias y el empleo terapéutico del sonido son sólo una muestra de las terapéuticas emergentes que actúan restaurando el orden en los sistemas biológicos.

Conocemos, sin duda alguna, que buena parte de los desórdenes más comunes
de nuestra salud tienen componentes energéticos importantes, lo que hace necesario introducir concepciones y técnicas energéticas, tanto en la prevención y el tratamiento de la enfermedad como en la promoción de la salud. El de la energía es un tema multidisciplinario que sustenta y es a su vez sustentado por un buen número de disciplinas, como la biofísica, la reflexoterapia, la osteopatía, la acupuntura y las medicinas manuales.

Sabemos hoy que las medicinas energéticas funcionan y que, además, la literatura científica aporta un soporte sólido sobre los mecanismos de acción de estas medicinas que empiezan ya a posicionarse entre las disciplinas académicas. Sin duda una explicación lógica de la fundamentación científica de las terapias energéticas ayuda a los terapeutas y a los pacientes a sacar provecho de los avances más recientes de la ciencia y a asumir los resultados objetivos e incontestables de terapias que fueron en su día considerados misteriosos.

También constituye una posibilidad para ampliar el marco conceptual estrecho de una ciencia que se ha quedado anclada al paradigma molecular, cuyo espectro terapéutico es ahora claramente insuficiente para un abordaje integral y eficaz de los grandes desafíos planteados por las enfermedades crónico-degenerativas.


Robert Becker en su ya clásico libro: Cross currents: The Perils of Electropollution and the Promise of Electromedicine, puntualiza esa paradoja consistente en la emergencia prácticamente simultánea de la electromedicina que promete develar los códigos desconocidos en los procesos de curación biológica y la catástrofe de la polución electromagnética, que constituye un desafío emergente para nuestra salud y la del planeta, quizás aún más grave que la polución del aire y del agua. Esta polución electromagnética abarca el rango de las radiofrecuencias, las microondas, incluida la telefonía móvil, las líneas de transmisión, los ordenadores y las emisiones vía satélite.

LA RESISTENCIA “CIENTÍFICA” A UNA ANTIGUA PRÁCTICA HOY DEMOSTRADA POR LA CIENCIA


El empleo de la energía en medicina energética es una antigua idea que, a raíz de las más recientes investigaciones científicas, se fortalece y se renueva. Más allá del pseudoescepticismo, no exento de algún grado de dogmatismo sectario que usurpa el nombre de la ciencia oficial, las más modernas investigaciones sustentan un enfoque energético de la salud humana, lo que nos lleva a recordar las aseveraciones de Radin en 1955, citado por James L. Oschman en su libro Energy Medicine: The Scientific Basis: “En la ciencia la aceptación de una nueva idea sigue una secuencia predecible de cuatro fases.

Fase 1. Los escépticos proclaman que la idea es falsa porque viola las leyes de la ciencia. Esta fase dura años o siglos, dependiendo de cuánto la idea desafíe el conocimiento aceptado.

Fase 2. Los escépticos conceden que la idea es posible, pero afirman que carece de relevancia y los resultados obtenidos no presentan una sólida evidencia.

Fase 3. Comienza cuando la corriente principal o “mainstream” se da cuenta de que la idea no sólo es importante, sino que sus efectos son más significativos y generalizados que lo previamente asumido.

Fase 4. Se alcanza cuando los mismos críticos que atacaron o minimizaron la idea original afirman que ellos la concibieron en primer lugar. Eventualmente nadie recuerda ya que la idea fue considerada una peligrosa “herejía”.


En los años trascurridos del presente siglo, grandes descubrimientos han cambiado completamente el paisaje de la energética humana, lo cual ha permitido que a la ciencia médica actual se integre una dimensión biofísica que trasciende la concepción dominante de la biología molecular.


A día de hoy las similitudes entre las modernas descripciones de la ciencia y los testimonios de los terapeutas que han utilizado durante siglos procedimientos de sanación a través de las manos, son reconocidas por los investigadores. La aplicación de campos magnéticos pulsados está siendo investigada en muchos centros orientados a la terapia de las lesiones en múltiples tejidos, como el óseo, nervioso, dérmico o músculo-tendinoso. Estos campos energéticos son prácticamente idénticos a los que ya han sido detectados alrededor de las manos de terapeutas adecuadamente entrenados.

La conclusión es ineludible: La investigación médica actual concluye repetidamente que campos magnéticos de muy baja intensidad y frecuencia, que no alcanzan propiedades ionizantes o térmicas, pueden estimular la curación de distintos tipos de tejido. El común denominador de todos estos hallazgos científicos es el campo electromagnético pulsado, que se denomina campo biomagnético cuando procede de las manos de un terapeuta entrenado.

De igual modo se han realizado investigaciones exhaustivas sobre los aspectos energéticos de la inflamación crónica, de gran relevancia si se tiene en cuenta que ésta constituye el denominador común de todas las enfermedades crónicas.

Muchas de las técnicas de empleo terapéutico de las manos y las terapias de movimiento tienen la capacidad de provocar efectos dramáticos en la reducción de la inflamación, a través de intervenciones no invasivas de bajo coste económico y biológico.

MECANISMOS DE ACCIÓN DE LOS CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS

A pesar de que durante mucho tiempo los físicos y los médicos consideraron los organismos vivos como cualquier otra forma de materia, durante décadas los biólogos han documentado repetidamente la enorme sensibilidad de los organismos a señales extremadamente débiles del medio ambiente.

Según Adey y Bawin, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la existencia irrebatible de los efectos de los campos electromagnéticos de intensidad extremadamente baja, muchas veces millones de veces por debajo del nivel de ruido ambiente, implica que un número cada vez mayor de elementos de los sistemas receptores se ordenen de un modo particular para conformar una organización cooperativa y detectar distintas formas y niveles similares de energía sobre largas distancias.


¿En qué medida las energías complementan o interfieren los delicados sistemas de señalización que regulan procesos biológicos esenciales?

Una aproximación a los procesos energéticos que tienen lugar en el ser humano revela una gran variedad de procesos eléctricos, magnéticos y fotónicos. Prácticamente cada célula y toda molécula están en comunicación con su ambiente, emitiendo y recibiendo información necesaria para su respectiva función en el seno del conjunto del organismo.

Las señales eléctricas regulan el comportamiento celular tanto in vivo como in vitro, y se asocian a prácticamente todas las respuestas celulares, como las relacionadas con la división, la diferenciación y la migración celular. Se ha demostrado que estas actividades están reguladas por campos eléctricos endógenos generados en los espacios intra y extracelulares e influyen sobre procesos celulares tan fundamentales para la vida como los ciclos y la proliferación celular, la migración celular embrionaria, la migración de las células cancerosas, la señalización eléctrica en el cerebro adulto, el crecimiento axonal, la reparación de la médula espinal, la reparación de heridas epiteliales, la regeneración tisular y el establecimiento de la asimetría corporal izquierda derecha. A pesar de las conclusiones de estos estudios sobre los efectos innegables de la electricidad y los campos electromagnéticos sobre los seres vivos; sus resultados están aún sometidos en el presente a prejuicios pseudocientíficos.

LA IMPORTANCIA DE LAS SEÑALES ELECTROMAGNÉTICAS EN LA ADAPTACIÓN EVOLUTIVA DE LAS ESPECIES

Se han encontrado ejemplos claros de sensibilidad electromagnética extrema virtualmente en todos los organismos vivos, a todos sus niveles de organización, desde las bacterias hasta los humanos.

Las propiedades conocidas o medibles de las células y tejidos y las leyes establecidas de la electricidad y el magnetismo son empleadas hoy para calcular las corrientes inducidas en los tejidos por diversos campos medioambientales. Los cálculos se basan en el grado en que campos de diferentes frecuencias penetran en el cuerpo, la conductividad tisular, las propiedades dieléctricas, interacción de las corrientes inducidas con corrientes mayores procedentes de otras fuentes, el ruido térmico a la temperatura corporal, entre otros.

En el universo animal, la emisión y recepción de señales electromagnéticas de muy baja frecuencia e intensidad, muy por debajo del ruido térmico, son importantes para:

• La orientación espacial y geográfica.

• La programación de los ritmos biológicos, la detección de presas, predadores y parejas.

• La anticipación de cambios meteorológicos y telúricos, incluyendo las variaciones estacionales, frentes temporales, huracanes, tornados y seísmos.






¿Que es la electrosensibilidad?




Desde los años cuarenta del siglo pasado se conoce en el ámbito médico la influencia en la salud de determinadas radiaciones no-ionizantes, pero es en las últimas décadas, especialmente desde el despliegue de la gigantesca red de antenas de telefonía móvil, que esta enfermedad silenciada ha llegado a cotas pandémicas.



Desde la aparición de los primeros ordenadores, muchos usuarios sufrieron síntomas anómalos durante su uso y posteriormente. En principio se calificó como un suceso psicológico. Pero pronto se descartó esta hipótesis y se comprobó que un porcentaje de los usuarios padecían una especial reacción nociva que tenía unos mismos síntomas aunque fuesen diversos y se les manifestasen unos u otros individualmente. Inicialmente se comprobaron una serie de sensaciones relacionadas con calor, irritación y sarpullido en el rostro, así como cosquilleo, picores o pinchazos en la piel, sequedad e irritación ocular y las vías respiratorias, dificultad para concentrarse, vértigo, pérdida de memoria y de la orientación, dolores de cabeza, náuseas, fatiga, dolores musculares y articulares, alteraciones cardiacas, síntomas de gripe, sin padecer gripe, etc.



A los afectados por las líneas eléctricas y los transformadores, se fueron uniendo los usuarios de electrodomésticos y nuevas tecnologías, hasta que llegó la gota que colmó el vaso y desencadenó el estallido generalizado de la enfermedad silenciada en el ámbito mundial: la telefonía móvil, y a continuación todas las tecnologías inalámbricas: teléfonos inalámbricos, wifi, etc.





La electrohipersensibilidad es un síntoma de advertencia de que un organismo está llegando al límite de su tolerancia, y que cada vez más personas desarrollan tras un tiempo de exposición a las radiaciones. Sin embargo, otras personas no presentan una sintomatología tan aguda, pero eso no quiere decir que no puedan desarrollar una grave enfermedad como cáncer y muchas otras, tal como iremos viendo, aunque no haya habido síntomas previos.


Sin embargo, aún en la actualidad, tras muchos años de verificación dentro del ámbito de la medicina científica, muchos médicos aún no están familiarizados con la sintomatología de los afectados por los campos electromagnéticos. Esto es debido a la falta de información y al oscurantismo mediático y normativo existente en todo lo relacionado con las radiaciones y sus efectos sobre la salud.

De esta forma, las verdaderas causas que llevan a muchos pacientes a las consultas acaban siendo diagnosticadas erróneamente: “hipocondriacos” y “neuróticos” son algunos de los calificativos de aquellos que padecen una enfermedad puramente orgánica, reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, durante la reunión de la OMS en Ginebra, que se celebró el 13 de mayo de 2011, se creó un subcomité para discutir sobre la sensibilidad química múltiple y la electrosensibilidad, situando a estas dos patologías dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD).

Buena parte de estos síntomas están relacionados, tal como indica un buen número de investigaciones científicas, con una exposición a campos de extremada baja frecuencia y de alta frecuencia, que puede provocar el desencadenamiento o la acentuación de alteraciones en la conducta y síntomas depresivos, estados en los que se encuentran trastocados los ciclos de melatonina y de serotonina.

La modificación de los niveles hormonales de melatonina —provocada por la inhibición de esta hormona ante la exposición a campos electromagnéticos— puede causar, en un principio, trastornos en el sueño, así como también puede ser origen de estados depresivos o desórdenes afectivos. Asimismo, conlleva una reducción de la capacidad intelectual y de trabajo, provocando estrés, ansiedad, fatiga y, en general, trastornos neurológicos y psicológicos que conllevan un elevado riesgo de suicidio, así como enfermedades psicosomáticas como son la úlcera gástrica y ciertas disfunciones sexuales. Asimismo, estas perturbaciones de la glándula pineal se asocian con enfermedades como el cáncer.

En realidad la radiación es la “enfermedad”, que se manifiesta de diferentes maneras: electrosensibilidad y un amplio abanico de síntomas y trastornos orgánicos. De hecho, en estos casos, si no hay radiación, no hay enfermedad.



Todos somos electrosensibles, de la misma forma que todos somos sensibles al arsénico (arsénicosensibles) o a los pesticidas (pesticidasensibles). Sólo que si todos tomamos una misma dosis de arsénico o de pesticidas, unos no notarán en principio nada, otros padecerán síntomas moderados o severos y otros morirán.

¿Cómo se produce la electrosensibilidad?

Actualmente está ampliamente demostrado que los campos electromagnéticos interfieren los procesos biológicos de todos los seres vivos. El número de investigaciones científicas en dosis atérmicas que lo prueban es inmenso. En la actualidad, las investigaciones sobre efectos biológicos de los campos electromagnéticos han dado más de 25.000 publicaciones científicas, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Según los resultados de estos estudios, cualquier fuente emisora de campos electromagnéticos desde bajas frecuencias de líneas eléctricas, transformadores, ordenadores, aparatos eléctricos, etc., a las altas frecuencias de la telefonía móvil, wifi, teléfonos móviles e inalámbricos, etc., puede provocar reacciones orgánicas anómalas de gran repercusión en la persona expuesta, desde malestar general, cambios de comportamiento (depresión, ansiedad, pérdida de memoria, incapacidad para concentrarse…), fatiga crónica, insomnio, fibromialgia, vértigo, náusea, dolores de cabeza, fatiga, presión en el pecho, zumbidos en los oídos, etc.

Las personas con un sistema inmunológico deprimido (enfermos, ancianos…) o en desarrollo (niños) son especialmente sensibles a los campos electromagnéticos y pueden desarrollar trastornos médicos tales como infecciones respiratorias crónicas, arritmias cardiacas, fluctuaciones súbitas en la presión sanguínea, descontrol en el azúcar en la sangre, deshidratación, etc., pero en general cualquier persona puede sensibilizarse si está expuesta de forma intensa y/o prolongada a radiaciones electromagnéticas.


Charles Graham, del Midwest Research Institut de Kansas (Missouri, Estados Unidos), trabajó con voluntarios sometidos a campos eléctricos pulsantes de extremada baja frecuencia generados en su laboratorio. Cada vez que accionaba el campo se constataban variaciones del ritmo cardíaco de tres latidos menos por minuto, cambios en la actividad cerebral, así como pérdida parcial de la capacidad de reacción o del tiempo cronológico, ocasionando un descenso del tiempo de respuesta y una menor capacidad en la ejecución del test propuesto. Todos estos síntomas, desaparecían al eliminar el campo que incidía sobre los voluntarios. Si bien los síntomas pueden remitir una vez cesa la exposición, recordemos que los efectos de los campos electromagnéticos son acumulativos, y con el tiempo pueden aparecer los trastornos que de ellos suelen derivarse.

Cuando la estancia en lugares con elevados valores de radiación electromagnética se prolonga, ocurre una especie de intoxicación y una posterior reacción alérgica a campos electromagnéticos que, en muchos casos, se vuelve crónica y difícil de combatir, dado el alto nivel de polución electromagnética en el cual se desenvuelve la vida de las personas hoy en día, especialmente en los núcleos urbanos.


Incluso otras personas acaban siendo extremadamente sensibles a los campos electromagnéticos, y para eliminar sus trastornos, se ven obligadas a vivir alejadas de antenas de telefonía móvil, líneas de transporte de energía y transformadores eléctricos. Claro que, aun padeciendo un gravísimo problema, han podido acceder a la información para poder adoptar las medidas oportunas al conocer la relación existente entre sus trastornos y la exposición a campos electromagnéticos artificiales. El gran problema de muchas otras personas radica en que no saben de dónde vienen sus dolores y padecimientos. Simplemente se encuentran mal y acuden a un sistema sanitario que tampoco puede darles una respuesta adecuada.

Hay personas que han llegado a tener que vivir en sótanos y en cuevas para evitar los dolores que les generan las radiaciones en su medio ambiente. Son personas perseguidas por las radiaciones y por la ceguera de una sociedad que vive de espaldas a los verdaderos problemas y se deja llevar hacia el abismo por los cantos de sirena de intereses mercantiles. Muchas de estas personas, invisibles para la gran mayoría, sólo pueden salir de sus casas con ropa apantallada e incluso con velo de fibras metálicas para impedir que las radiaciones lleguen a su cuerpo o al menos que se atenúen para ser mínimamente soportables.

Es urgente la creación de zonas de exclusión de radiaciones, donde quienes no deseen estar sometidos a ellas puedan vivir de forma aceptable.


¿Quiénes pueden ser electrosensibles? 


La respuesta a quiénes podemos ser electrosensibles es: todos. De hecho, todos somos electrosensibles. Cierto es que hay distintos niveles de electrosensibilidad. Muchas personas apenas perciben síntomas evidentes, pero otras sienten que cualquier exposición a fuentes electromagnéticas les provoca una inmediata reacción en su organismo, hasta tal punto que llegado un determinado grado de afectación, es realmente difícil revertir los síntomas cuando se está expuesto aunque sea a una dosis mínima.

Cuando se ha permanecido expuesto por largo tiempo a campos electromagnéticos o existe una predisposición natural, la persona se hace muy sensible a las frecuencias a las que ha estado expuesto inicialmente, por ejemplo, a las de las antenas de telefonía. Posteriormente, y a medida que avanza el síndrome, la persona se va haciendo sensible también a otras fuentes emisoras de radiación electromagnética; por ejemplo, frecuencias más bajas, como las de las líneas eléctricas o los transformadores.

Por todo ello, la mayoría de las veces cuando el paciente electrosensible entra en una consulta médica con una serie de síntomas más o menos precisos, se le envía de un especialista a otro dando palos de ciego. En esta situación, no se encuentra la causa y se trata al paciente de diferentes síntomas sin lograr atajar la causa, y la persona va viendo cómo se agravan sus trastornos al no dar con la prevención, el entorno y los hábitos adecuados.

El paciente acude al médico en busca de una solución a sus trastornos del sueño, a la fatiga crónica, a sus cambios de comportamiento, ansiedad, estrés, depresión o infecciones recurrentes y no encuentra una solución efectiva, y tras ir de terapia en terapia, acaba siendo tratado como si padeciese trastornos psicosomáticos, y su entorno empieza a verle como un hipocondriaco o un indolente, y empieza a tener problemas con el trabajo, los estudios o las relaciones sociales.

Hay personas electrosensibles, que progresivamente se van sensibilizando a las radiaciones, y personas hiperelectrosensibles, a las que cualquier dosis por pequeña que sea les afecta de forma insoportable. Tanto es así, que se han dado casos de suicidio debido a la falta de reconocimiento de su problemática por parte de los responsables sanitarios y políticos, que hubiesen podido solucionar el problema con la aplicación de terapias paliativas dentro del sistema médico, con la reducción de los elevados valores actuales en el medio ambiente y con la creación de zonas limpias de radiaciones.

Es obvio que la electrosensibilidad no está relacionada de forma alguna con trastornos psicosomáticos, psicológicos o psiquiátricos. Aunque sí es cierto que sufrir electrosensibilidad conlleva una reducción de la calidad de vida, tanto en el aspecto físico como emocional. Actualmente, según diferentes fuentes, incluyendo a la Organización Mundial de la Salud, se considera que la tasa de personas electrohipersensibles en los países industrializados se acerca al cinco por ciento de la población y que va aumentando exponencialmente. Sin embargo, el número de personas electrosensibles es muy superior. Según las conclusiones que he podido obtener durante años de estudio e investigación, puedo asegurar que actualmente el cien por cien de la población es electrosensible.

Lo único que hay que evaluar es el grado de electrosensibilidad. Es obvio que en una primera fase la mayoría de nosotros no notamos ningún síntoma evidente, otros sienten trastornos pasajeros, y según el doctor Joaquim Fernández Solá, Coordinador de la Unidad de Fatiga Crónica del Hospital Clínico de Barcelona, el número de españoles que manifiestan una sensibilidad a los campos electromagnéticos, con síntomas como reacciones de la piel, dolor en el pecho, pérdida de memoria, mareos, acúfenos, náuseas, nerviosismo, ansiedad, cansancio o dolor de cabeza podría llegar a cuatro millones.

Partiendo de esta evidencia, y debido a los mecanismos fisiológicos que desencadenan esta enfermedad, podemos asegurar que todos somos electrosensibles en mayor o menor medida. Es realmente notable, y al mismo tiempo revelador, que una de las agresiones a la salud más extendidas en el mundo moderno y que es una de las más potentes copromotoras de muchas enfermedades, sea al mismo tiempo la más desconocida por la sociedad en general. La línea entre una persona aparentemente no sensibilizada a las radiaciones y una reconocida como electrosensible es realmente fina, al igual que entre una electrosensible y una electrohipersensible. La diferencia, en estos últimos casos, radica en que la vida de los afectados se vuelve un verdadero tormento al no poder encontrar apenas lugares libres de radiación. Las cifras de afectados que se barajan oficialmente están obsoletas y no tienen en cuenta más que los casos extremos de personas que no pueden vivir en un entorno en el que haya una mínima dosis de radiación artificial.


El Observatorio de la Contaminación Electromagnética de Estados Unidos afirma que el porcentaje de la población estadounidense que padece electrosensibilidad es de un 10%. En Europa las cifras que se manejan oficialmente en distintos países, caso de Suecia, comienzan a acercarse a ese porcentaje, aunque en España las autoridades políticas y sanitarias mantienen un silencio absoluto, como si el problema no existiese, y más cuando estos porcentajes se elevan peligrosa y progresivamente. Precisamente por ese silencio sanitario y la falta de reconocimiento político de la problemática, multitud de enfermos están siendo tratados erróneamente, con el riesgo que esto supone para su salud y el gasto sanitario innecesario que conlleva, especialmente en el ámbito de la fibromialgia, fatiga crónica, trastornos del comportamiento y del sueño, etc.

Aunque todos somos electrosensibles, hay un porcentaje de la población que presenta síntomas inmediatos y evidentes ante la exposición a campos electromagnéticos. En el ámbito científico se estima que este porcentaje es superior a un 10%. La Declaración de París consideraba en el 2007 que las poblaciones vulnerables equivalían entonces a un 40-50% de la población total. Los especialistas y expertos aseguran que estos porcentajes pronto se elevarán, y que más de una cuarta parte de la población estará altamente electrosensibilizada, y que para el 2020 la mayoría de la población padecerá no sólo los riesgos inherentes de contraer determinadas enfermedades y trastornos en un plazo medio o largo, sino que de forma instantánea sentirá en su organismo cada nueva exposición en diferentes formas: mareos, pérdida de concentración, decaimiento y malestar general, enrojecimiento de la piel, eccemas, alergias frecuentes, sensación de escozor, picor, sequedad de las vías respiratorias superiores o irritación de los ojos, sensación de gripe, inflamación de las mucosas, indigestión y trastornos intestinales, alteraciones en la temperatura corporal, calor anormal o quemazón, dolores musculares, sensación de hormigueo y parestesias, inflamación de nódulos linfáticos, problemas gastrointestinales y renales, dolores de dientes y mandíbula, etc.


En Suecia, la cifra oficial de afectados asciende a 290.000, aunque la cifra real es mucho mayor, al igual que en nuestro país. En España aún no existe este reconocimiento oficial de la electrosensibilidad. Sin embargo, en España los juzgados van por delante de las leyes, y en el año 2011 reconocieron la incapacidad laboral permanente de una trabajadora por hipersensibilidad electromagnética y ambiental. De hecho, Suecia ha sido el primer país en reconocer la electrosensibilidad como enfermedad laboral y, por tanto, como motivo de baja laboral por invalidez física.

Gracias al trabajo del neurocientífico sueco Olle Johansson y su equipo del reputado Instituto Karolinska de Estocolmo, la electrosensibilidad ha sido reconocida oficialmente en Suecia como una discapacidad, e incluso se dan ayudas económicas a los afectados para que apantallen sus casas de los campos electromagnéticos.

Aun así, en el ámbito sanitario no es fácil aceptar esta enfermedad, ya que ningún tratamiento puede tener éxito a menos que el paciente evite estar expuesto a la causa de su enfermedad, y por desgracia esta causa hoy en día se encuentra prácticamente en cualquier lugar. Lo que en otros países está claramente tipificado como una enfermedad relativa a la exposición a campos electromagnéticos, en España se trata a los afectados (cuando se les trata) de las más diversas dolencias, como es la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica con las que comparte un amplio abanico de síntomas. Aunque una persona que padezca fibromialgia o síndrome de fatiga crónica tiene altas probabilidades de que sus padecimientos estén relacionados con la exposición a radiaciones artificiales.

Dentro de la medicina sanitaria, hay que considerar las características de cada organismo: en el caso humano los niños son más susceptibles debido al modo en que absorbe su cuerpo la radiación y a los efectos que en él se producen.

A la vista de los resultados de los estudios científicos, se constata que los niños son especialmente sensibles a la exposición electromagnética artificial. Habría que evaluar el nivel de riesgo al que están sometidos en las escuelas y guarderías, y buscar las soluciones oportunas, para reducir al máximo las dosis que reciben.

Quizás esta sensibilidad especial de los niños a las radiaciones electromagnéticas, derive de la mayor velocidad en la división celular durante las etapas del desarrollo orgánico, lo cual favorece la acción mutágena y el posterior desarrollo tumoral, especialmente cuando están expuestos a la acción de dichos campos electromagnéticos.

Por lo que podemos afirmar que los niños son hipersensibles a los campos electromagnéticos. Las mujeres parecen tener una mayor predisposición a padecer efectos adversos ante las radiaciones y la toxicidad química. Concretamente, según el estudio “Las propiedades eléctricas medidas en tejidos humanos normales y malignos de 50 a 900 MHz” de Joines, Zhang, Chenxing y Jirtle, en 1993, los tumores de cáncer de mama son especialmente sensibles a las microondas porque las células tumorales de mama absorben la radiación de radiofrecuencia mucho más que otros tipos de cáncer de células o tejidos sanos.

Evita los emisores,escapa de ellos,toma las medidas oportunas...